Columna de Elmer Cuba en Gestión
Cifras record de canon minero transferido a las regiones en donde se extrae el mineral e historias sobre supuestos impuestos no pagados por alguna empresa. Boom de exploraciones y presencia de mineras junior junto con ONG antimineras. Precios de minerales en niveles históricamente altos, huelga minera para julio y derechos laborales no reconocidos en algunas medianas y pequeñas empresas mineras. Contaminación siempre discutida, a veces real a veces sólo en el imaginario colectivo.
Múltiples actores: las empresas, los sindicatos, las comunidades, las autoridades locales, las ONG, los ministerios de Energía y Minas, Trabajo, del Interior, OSINERGMIN y la SUNAT.
Todo esto puede resultar algo paradójico y confuso, pero es más simple si cada parte y sector involucrado define bien sus fueros y hace lo que le corresponde. El Estado debe ser capaz de generar el diálogo y entendimiento para mejorar el bienestar del país.
La creencia más popular y que tiene bases en la historia del siglo XX es que la minería contamina y no paga los impuestos que debería. Sin embargo, afortunadamente hoy en día ésta una generalización más cercana a la falsedad que a la verdad.
Hoy en día las empresas más importantes del mundo están presentes en el país. Los estándares de buenas prácticas y buen gobierno corporativo también se hacen notar. La modernidad ha llegado al sector. Las normas nacionales también se han puesto a la altura de las circunstancias. Instituciones públicas importantes supervisan la normal marcha de la actividad: el Ministerio de Trabajo, la SUNAT y el OSINERGMIN siguen de cerca al sector en los aspectos laborales, tributarios, ambientales y de seguridad, respectivamente.
Las empresas modernas siguen el mandato de sus accionistas y operan respetando el medio ambiente, minimizando los impactos, con planes de cierre y colaborando con el entorno social en el que se desenvuelven.
Obviamente hay quienes no lo hacen y para eso existen sanciones que deben ser aplicadas por las autoridades competentes.
Los objetivos empresariales y los del fisco también están alineados. Hacer utilidades contribuye a mejorar los ingresos tributarios.
Ya en 2005, con mejores precios pero previo al boom minero, la minería aportaba cerca de 30% de los ingresos por impuesto a la renta (3ra. categoría). En 2006 su participación fue de 44% y en 2007 sería nada menos que ¡cerca de 50%!. De allí, la mitad irá directamente a los municipios distritales y gobiernos regionales.
La repartición del canon no será la más justa, pero éste no necesariamente es el mejor momento para discutirlo, ya puede provocar respuestas difíciles de enfrentar. Fue hace un año cuando se pudo haber propuesto algún cambio, cuando se anticipaba lo que ocurre hoy. Ahora queda redistribuir con el gasto público para equilibrar lo que ocurrirá con el canon. Claro que esta redistribución geográfica puede terminar paradójicamente perjudicando a las regiones con canon, si sus autoridades no están a la altura de las circunstancias y el gobierno central es más eficiente gastando en regiones sin canon.
La naturaleza ha sido generosa con nuestros recursos mineros. El Perú puede duplicar en corto tiempo sus niveles de exportaciones mineras. Los ingresos por impuesto a la renta y regalías pueden transformarse en gasto público, en gasto social. Sería absurdo dejar de extraer nuestros recursos. El gobierno y las empresas deben liderar la cruzada por la minería moderna.
Chile, Australia, Canadá son buenos ejemplos de cómo una actividad minera importante no está reñida con el respeto al medio ambiente, las comunidades y las arcas fiscales.
Nuestra historia está llena de episodios conocidos como las “oportunidades perdidas”. Son recurrentes las historias del güano, caucho, salitre, petróleo, harina de pescado. Ahora tenemos otra oportunidad y no debemos dejarla pasar.
Mientras la economía costeña viene creciendo muy dinámicamente y el empleo ha comenzado también a dinamizarse, los andes esperan su oportunidad y tienen ahora los recursos iniciales para obtener infraestructura económica y social. Caminos, telecomunicaciones, electricidad, agua, educación, salud, proyectos productivos. Ahora sí ha aparecido el financiamiento para cambiar su situación. El shock minero puede ser la gran salida para estos territorios postergados en la historia.
Que cuando los recursos no renovables se agoten, tengamos infraestructura y ciudadanos educados, capaces de generar riqueza en otras industrias.
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