Columna de Eduardo Morón en El Comercio
Como se reportó ayer en este diario he participado junto con otros especialistas en el equipo que apoyó a Telefónica del Perú a preparar su propuesta de reajuste tarifario para los servicios de telefonía fija. Para la gran mayoría de los mortales el proceso resulta muy complejo y para mi muchas de las cosas también han sido novedad. Déjenme tratar de explicar este asunto desde mi perspectiva. No soy experto en regulación así que no podré utilizar el lenguaje enredado que se utiliza en esa parte de la profesión.
Casi todos sabemos que cuando Telefónica compró la Compañía Peruana de Teléfonos el gobierno vendió un monopolio y por muchos años el servicio de telefonía fija fue atendido exclusivamente por dicha empresa. Esa situación obligó al gobierno a fijar en el contrato de concesión que periódicamente las tarifas se reajustarían. La práctica internacional utiliza un sistema que consiste en trasladarle forzosamente al usuario cualquier mejora en la eficiencia de la empresa. Es decir, si Telefónica genera más productos con menos insumos esa ganancia de productividad debería reflejarse en menores tarifas para los usuarios de dicho servicio. De esta forma, Telefónica comparte sus mayores utilidades con los usuarios.
Nuestra regulación funciona de la siguiente manera. Telefónica propone un valor que debería servir para ajustar sus tarifas (conocido como el factor X). Luego, Osiptel revisa estos cálculos y propone su propio valor. Telefónica a su turno revisa lo propuesto por Osiptel y opina. Luego de una audiencia pública donde se busca recoger más opiniones, Osiptel publica una resolución que podría ser objetada por Telefónica. Ayer fue la audiencia y hasta ahora Telefónica propuso un factor X de 4.13% y Osiptel propuso 8.23%. Mientras uno propone que las tarifas se reduzcan cada año 8 por ciento el otro dice que la sólo la mitad.
Obviamente que uno podría decir que aquí se acabó la discusión. Que lo lógico sería ir por una mayor rebaja de tarifas. Pero no todo es tener un precio bajo. Si no pregúntenle a los argentinos cómo sufren de cortes de electricidad porque el gobierno impuso tarifas irreales que no promueven una mayor inversión en el sector eléctrico. Además, el gobierno debería tener dos objetivos en mente. Por un lado, menores tarifas para todos los actuales usuarios. Pero por otro lado, expandir el acceso al servicio. No todos tienen acceso a servicios de telefonía. Creo que el actual MTC tiene perfectamente claro este tema, ojalá Osiptel esté sintonizado.
Yendo al actual proceso creo que la preocupación central es una vez más la predicitibilidad del marco regulatorio. Si un año Osiptel utiliza una determinada forma de hacer los cálculos y en el siguiente proceso hace algo totalmente distinto sin mayor justificación entonces Osiptel está contribuyendo a aumentar el llamado riesgo regulatorio que no es otra cosa que la probabilidad de arbitrariedad y sorpresas injustificadas en las decisiones del regulador. En este sentido, Osiptel ha hecho dos cosas que yo no hubiera hecho. Una es calcular la productividad total de la economía por un método que nadie en el Perú ha calculado porque no hay datos para hacerlo de manera apropiada. Y la segunda es creer que la variación del Indice de Precios al Consumidor que publica oficialmente el INEI no es el indicador de precios de la economía, cuando ellos mismos lo han utilizado en los dos procesos anteriores. En vez de ello han recurrido al deflactor implícito del PBI que es un número que cambia cada año con cada revisión de las cifras del PBI. ¿Se imaginan que el INEI cada año diga que la inflación no fue la que dijo que antes anunció y publicó en El Peruano? ¿Usted tomaría ese dato para algún contrato?
jueves, 12 de julio de 2007
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