Columna de Eduardo Morón en El Comercio
En el Perú uno de cada diez trabajadores realiza sus labores en lo que llamamos una empresa mediana o grande (más de 50 trabajadores). Es más, ocho de cada diez trabajadores laboran en microempresas de menos de 10 trabajadores. Seis de ellos en microempresas familiares (hasta 4 trabajadores) y los dos restantes en microempresas que no llegan a tener 10 trabajadores. Si uno mira estas cifras por el lado del número de empresas encontrará que hay más de dos millones de empresas incluyendo a las microempresas familiares. Pero sólo 60 mil son pequeñas empresas y únicamente 5 mil son medianas o grandes.
Esta semana la ministra Pinilla ha presentado el bosquejo de una reforma laboral. El diagnóstico es sencillo. Sólo las primeras 65 mil empresas pueden ofrecer puestos de trabajo formales. De esos que vienen con 30 días de vacaciones, CTS, pensión cuando te jubilas, seguro social y una remuneración por tu trabajo que no puede ser menor que el salario mínimo. El resto de empresas no puede ofrecer tanto a sus trabajadores así que muchas veces este conjunto de beneficios laborales se expresa todo mezclado en una única remuneración, la cual muchas veces está por debajo del salario mínimo.
La pregunta de fondo es cuál es el objetivo que se quiere alcanzar con esta modificación en la legislación. Una opción es ampliar el universo de empresas y trabajadores formales con un fin meramente de ampliar el potencial de recaudación tributaria. Otra posibilidad es que estas medidas sirvan para mejorar la protección social de los trabajadores. En este debate regresa la misma pregunta de siempre: ¿por qué las empresas contratan de la forma como contratan? ¿Abusan de la ley o es que la ley abusa de ellas? Son muy poco productivas y por eso no pueden satisfacer la alta valla que la ley les impone, o es que simplemente frente a un Estado incapaz de hacer cumplir sus normas optan por ser más productivas evitando o eludiendo cumplirlas. Es decir, compiten deslealmente con el resto de empresas formales.
Me parece interesante la propuesta de la ministra en el sentido de apostar porque las empresas deberían irse graduando de tamaño. Pero lo que hace falta en la propuesta es que existan incentivos para crecer. Es decir si va a seguir siendo más rentable para un empresario tener dos empresas chicas que una del doble de tamaño porque la ley para las chicas es mejor, entonces estamos por mal camino. Es indispensable que el marco legal tributario y laboral promueva que a las empresas prefieran ser más grandes. Se necesita que alguien les de una vitamina de crecimiento porque de lo contrario si siguen del tamaño que tienen jamás podrán ofrecer un trabajo formal o permanente.
El tamaño de las empresas también depende del tamaño de los mercados que atienden. Si todo el mundo compra DVD piratas sencillamente el mercado de proyección de películas en el cine será tan pequeño que no más de dos empresas tomarán lo poco que queda de dicho mercado. O tendrán que mirar a otros mercados para poder sostener el tamaño de la empresa. Es por ello que es tan saludable que el Presidente García haya aceptado ir a Washington a buscar que los congresistas demócratas destraben la ratificación del TLC. El presidente está abriendo mercados para nuestras empresas. Elemento esencial en la receta para que las empresas pasen de pequeñas a medianas y de medianas a grandes. Sólo así serán sosteniblemente formales y podrán ofrecer esos empleos que hoy sólo uno de cada diez peruanos tiene.
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