lunes, 30 de julio de 2007

El primer balance

Columna de Carlos Adrianzen en Peru 21

Cumplido el primer año de la segunda administración de Alan García Pérez, llegó implacable la hora del primer balance. Quebrando lo usual, no pretenderemos aburrirlo con cifras o gráficos. Solo reflejarían la amalgama de la inercia toledista y los primeros frutos apristas. Nos interesa señalar lo bueno, lo malo y lo feo de las líneas de acción que se han trabajado.
Encontramos que a García no le va tan mal. De mantenerse y perfeccionarse en el tiempo lo bueno, un balance preliminar se dibuja favorable (asumiendo, claro está, que los errores no se profundizarán o que el Congreso no caerá en manos bolivarianas). Y es que los efectos de respetar la estabilidad macro, defender legalmente el orden público, y buscar una mayor apertura comercial y la modernización de la educación pública, pueden cambiar lentamente el panorama económico del país. El Perú se ha visto beneficiado por el ATPDEA y por los precios internacionales en los seis últimos años, pero su clima como destino de inversiones persiste como uno de espanto. Varios TLC cerrados reducirían el alto riesgo de expropiación que aún deprime la inversión y crecimiento.
Lo Bueno
Afán por respetar la ley (manejo de la crisis de Santa Anita, por ejemplo).
Actitud a favor del TLC (a veces sí, a veces no).
Cambio en la política educativa (desmontar el control sutepista y mejorar la carrera magisterial).
Acciones parciales por reforma del Estado (Ley de Silencio Administrativo Positivo, fusión de instituciones redundantes, etc.).
Avances parciales del shock de inversiones (recomponer el gasto burocrático hacia la inversión en servicios públicos y de infraestructura).
Respeto a la institucionalidad en ciertas áreas (directorios del BCR, del Indecopi, etc.).
Lo MALO
Ahorro involuntario (aún inflan un gasto sin reformas, ahorran por error).
Resurgimiento de las empresas públicas (Banco de la Nación, Petroperú, Agrobanco, etc.).
Inercia fiscal y monetaria (estructura tributaria poco lúcida y dólar distorsionado).
Gerencia lenta y temerosa en las concesiones.
Regulación débil y prácticas incipientes de control de precios.
Lo feo
Política laboral (diagnóstico errado: acabar con la tercerización y con los puestos que genera, más la Ley General que tal vez se promulgue).
Política remunerativa (los elevadísimos costos de contar con burócratas baratos).
Falta de brújula (el crecimiento de las economías mixtas es históricamente rezagado).
Síndrome de la piñata (viejo síndrome heredado de la pusilanimidad de la administración toledista).
Pero abundan las causas fundadas de preocupación. Las políticas que configuran los lados malo y feo de la gestión están vivitas y coleando. Su facilidad o carácter popular, así como ignorar los enormes costos que implican, constituye su mayor fortaleza. Por todo esto, el mayor reto de García Pérez -y el de quienes lo acompañan- implica desmontarlas antes de que descarrilen un primer año modestamente auspicioso.

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