Columna de Carlos Adrianzén en Peru 21
De un tiempo a esta parte, en nuestro país, se nos ha hecho creer que nada debe hacerse sin alcanzar consensos. Esta perspectiva es profundamente errada. En ausencia de gobiernos e instituciones sólidas, abundan los consensos construidos sobre abrumador sinsentido económico. Por ejemplo, iniciativas legales tan populares y destructivas como el proyecto de Ley General del Trabajo (que grafica arreglos entre burócratas, sindicatos y empresarios a espaldas de la mayoría de peruanos), o la que nos habla de la libre desafiliación de las AFP (acordada entre demagogos vinculados a gobiernos pasados que esquilmaron las jubilaciones del IPSS y algunos de los esquilmados), resultan ejemplos meridianos de las muchas estupideces que podemos realizar. por consenso. Claro está, los consensos lúcidos existen. Pero, nótese, estos resultan muy difíciles de construir. Se estructuran sobre visiones largoplacistas y requieren de algo que hoy adolecemos severamente: líderes responsables y educados, e instituciones pro-éxito.
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