Columna de Eduardo Morón en El Comercio
Le propongo que haga usted la siguiente prueba, tome un lápiz y papel y escriba en menos de 3 minutos las cinco grandes prioridades de este gobierno. No se desanime si solo logra escribir una o dos yo me quedé exactamente igual. El viernes pasado me invitaron a conversar con los asesores de un grupo político en el Congreso de la República y presentarles mi apreciación sobre el primer año del gobierno del Presidente García. Lo más difícil fue contestar la pregunta: ¿cuáles son las cinco prioridades del actual gobierno?
No sé si es porque el Presidente habla de esto y de aquello y así termina por confundir incluso al más ávido de estar enterado. Quizás el problema sea creer que la suma de cortos plazos es un largo plazo. El gabinete a veces parece más dedicado a responder las urgencias de la coyuntura que a trabajar en lo que quedará luego de que la espuma informativa se desvanezca.
De repente es un problema de comunicación producto de los escándalos de la semana, los cuales terminan por diluir el mensaje central del gobierno. Una semana es un señor que tenía juicios pendientes pero igual lo nombraron viceministro, la siguiente es una señora que ha encontrado la sabiduría en el consejo de las empleadas del hogar, la próxima otra señora que contrata gente pero que esa gente es tan buena gente que le regala su sueldo, y así sucesivamente al extremo que los programas de “ampays” de nuestra TV palidecen en comparación con el espectáculo que viene de la política. Mis colegas columnistas / publicistas sin duda podrían intentar explicar porqué el gobierno comunica tan mal lo que en realidad quiere hacer.
Cuando uno analiza porqué se hacen o se dejan de hacer un conjunto de reformas, o un plan de reformas, típicamente los culpables son: la falta de ideas, la ausencia de voluntad, la inexistencia de un liderazgo que impulse el plan, o la falta de recursos para poder llevar a cabo dichas ideas. Difícilmente diría que se trata de un problema de voluntad pues del Presidente para abajo hay múltiples señales favorables. Tampoco el tema de recursos pareciera ser el que esta vez detiene las cosas. Al menos no en lo que se refiere a recursos financieros. Por ello, las únicas explicaciones que quedan son la falta de recursos humanos, en parte expresada por la falta de liderazgo. El presidente puede ser quien lleve este tema en la agenda política pero no es quien está encargado de la ejecución. El presidente del Consejo de Ministros vive abrumado por los múltiples incendios que debe apagar y algunos de los ministros ajustan sus acciones para ver si siguen saliendo en la foto del próximo 28 de julio. El ministro de Economía y Finanzas quien en otras épocas fue el que lideró este tipo de esfuerzo no termina de olvidarse que ya no es solamente ministro de Finanzas. Al MEF le falta gente si es que ellos quieren asumir este reto. Mientras tanto, al viceministro de Economía lo acaban de desembarcar del Consejo Interministerial de Asuntos Sociales no sé si por falta de ideas o por falta de voluntad de liderar la reforma de los programas sociales.
A costa de sonar muy tío la frase con que he titulado esta columna era muy utilizada en uno de mis programas de TV favoritos. Anibal, el líder de “Los Magníficos”, interpretado por George Peppard, terminaba el show diciéndola luego de que su plan previamente diseñado había funcionado a la perfección. No pretendo ponerme a leer –otra vez- el plan de gobierno del APRA pero ojalá que el presidente García pueda decir eso mismo el 2011 si es que efectivamente el gobierno logra poner en marcha un ambicioso plan de reformas que hasta hoy sigue en los cajones de algún escritorio público.
jueves, 7 de junio de 2007
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