Columna de Fernando Zavala en Peru 21
De gran ayuda será el Fondo de Contingencia del MEF que fuera aprobado en el presupuesto de este año. Más de S/.500 millones se podrán destinar a los damnificados y a la reconstrucción de instituciones públicas afectadas por el terremoto. En el muy corto plazo lo importante es canalizar rápidamente los aportes de la comunidad para solucionar los problemas de abastecimiento, lo que ayudará a estabilizar la situación en las próximas 72 horas. Luego se podrá iniciar un proceso de empadronamiento de beneficiarios y mejorar la distribución. Definitivamente Chincha, Pisco e Ica se verán afectadas económicamente en el corto plazo por los daños en infraestructura y la reducción en la capacidad de consumo. Sin embargo, el impacto negativo puede disminuir significativamente si existe una buena organización y recursos públicos y privados suficientes para la tarea de reconstrucción.
domingo, 19 de agosto de 2007
sábado, 18 de agosto de 2007
¡Que desastre!
Columna de Gianfranco Castagnola en Peru 21
Las imágenes posteriores al terremoto que traen los medios de comunicación de Chincha, Pisco e Ica son conmovedoras e indignantes: heridos sin atención médica; cadáveres depositados en las plazas; damnificados sin techo, agua ni comida; desorden y pillaje, sin que se sintiera la presencia de las autoridades. Cierto, el presidente y algunos ministros se hicieron presentes en algunas ciudades; pero, ¿qué de las zonas marginales y carreteras, donde no hay policías ni Fuerzas Armadas? ¿Dónde están los alcaldes y presidentes regionales, siempre presentes en las marchas de protesta, pero incapaces de aparecer cuando se requiere de su liderazgo? Felizmente, la solidaridad de las personas y de la empresa privada se movilizó en muy poco tiempo. Pero, nuevamente, el Estado, en todas sus instancias, está demostrando su ineficacia, tanto en la prevención como en la respuesta. ¿Quién liderará el proceso de reconstrucción? ¿Tiene el Gobierno gerentes capaces?
Las imágenes posteriores al terremoto que traen los medios de comunicación de Chincha, Pisco e Ica son conmovedoras e indignantes: heridos sin atención médica; cadáveres depositados en las plazas; damnificados sin techo, agua ni comida; desorden y pillaje, sin que se sintiera la presencia de las autoridades. Cierto, el presidente y algunos ministros se hicieron presentes en algunas ciudades; pero, ¿qué de las zonas marginales y carreteras, donde no hay policías ni Fuerzas Armadas? ¿Dónde están los alcaldes y presidentes regionales, siempre presentes en las marchas de protesta, pero incapaces de aparecer cuando se requiere de su liderazgo? Felizmente, la solidaridad de las personas y de la empresa privada se movilizó en muy poco tiempo. Pero, nuevamente, el Estado, en todas sus instancias, está demostrando su ineficacia, tanto en la prevención como en la respuesta. ¿Quién liderará el proceso de reconstrucción? ¿Tiene el Gobierno gerentes capaces?
jueves, 9 de agosto de 2007
El parto social
Columna de Eduardo Morón en El Comercio
Como padre me desespera cuando mis hijos no comparten entre ellos. Muchas veces interrumpo su negociación y decido por sobre lo que ellos puedan haber discutido hasta entonces. Otras veces sencillamente dejo que ellos se arreglen. Muchas veces el arreglo final puede resultar abusivo o injusto para alguno de ellos. Lo que sin duda ninguno tiene en mente en ninguna de esas disputas es que ambos tienen intereses comunes de muy largo plazo y no sólo de muy pero muy corto plazo (como convencerme de comer pizza esa noche en lugar de algo más sano). Como padres nos cuesta mucho poder transmitirles a nuestros hijos que en sus futuras discusiones tengan en cuenta esos intereses comunes de largo plazo. Es más difícil aún, hacerles ver que si entre ellos hay cooperación el resultado final puede ser mucho mejor para ambos. Sin embargo, ellos muchas veces terminan en el peor escenario por no colaborar.
Empiezo de esta manera porque el Perú vive un intento más de llegar a un acuerdo social sobre el futuro común de los peruanos. Lamentablemente el Presidente le encomendó como primera tarea algo que sin duda es absolutamente irrelevante para una enorme cantidad de trabajadores que están muy lejos de ganar algo parecido al salario mínimo. No obstante, la remuneración de muchos trabajadores informales (empleadas del hogar por ejemplo) están de alguna manera atadas al salario mínimo. Lo cierto -y aquí concuerdo plenamente con lo señalado por el ministro de Economía- es que la principal preocupación es que la mayoría de los trabajadores accedan a los beneficios de la formalidad. Desde un punto de vista más global la principal preocupación es cómo hacer que los beneficios del crecimiento sean percibidos por todos y que dicho crecimiento pueda darse de forma sostenible.
Todo el mundo suponía que esto ya había sido encargado al Acuerdo Nacional. Es más dicho grupo había firmado el Pacto de Mediano Plazo por la Inversión y el Empleo Digno hace más de dos años y la verdad es que no tengo idea si es que eso sirvió de algo.
Lo cierto es que luego de los primeros intentos, el Pacto Social no pinta nada bien. La CGTP no quiere saber nada del pacto, la ministra no quiere discutir el salario mínimo en este foro sino en el Consejo Nacional del Trabajo, y los empresarios están desconcertados de ver que el tema era una preocupación presidencial más que una decisión del gabinete ministerial. Por su parte el responsable del Pacto Social ha presentado una lista de temas que nos recuerda a los temas que el Consejo Nacional de Competitividad (CNC) discutió por más de un año en el gobierno anterior. Es más parece que los mismos actores van a volver a ser convocados. La verdad sería más útil que alguien, ya sea el premier o el ministro de Economía asuma lo que el CNC concluyó.
El pacto social se parece cada vez más a un parto social. Un proceso largo, doloroso, donde muchos deben hacer sacrificios personales pensando en el bien común que está por venir. Pero donde nadie está dispuesto a ceder nada que realmente importe para construir ese camino de compromisos mutuos que termina en ganancias mutuas. Mientras unos y otros se animen a cooperar, seguiremos profundizando las diferencias en nuestro país y seguiremos alimentando la posibilidad de soluciones extremas. Pero como dice el refrán popular, gallina que come huevo aunque le quemen el pico.
Como padre me desespera cuando mis hijos no comparten entre ellos. Muchas veces interrumpo su negociación y decido por sobre lo que ellos puedan haber discutido hasta entonces. Otras veces sencillamente dejo que ellos se arreglen. Muchas veces el arreglo final puede resultar abusivo o injusto para alguno de ellos. Lo que sin duda ninguno tiene en mente en ninguna de esas disputas es que ambos tienen intereses comunes de muy largo plazo y no sólo de muy pero muy corto plazo (como convencerme de comer pizza esa noche en lugar de algo más sano). Como padres nos cuesta mucho poder transmitirles a nuestros hijos que en sus futuras discusiones tengan en cuenta esos intereses comunes de largo plazo. Es más difícil aún, hacerles ver que si entre ellos hay cooperación el resultado final puede ser mucho mejor para ambos. Sin embargo, ellos muchas veces terminan en el peor escenario por no colaborar.
Empiezo de esta manera porque el Perú vive un intento más de llegar a un acuerdo social sobre el futuro común de los peruanos. Lamentablemente el Presidente le encomendó como primera tarea algo que sin duda es absolutamente irrelevante para una enorme cantidad de trabajadores que están muy lejos de ganar algo parecido al salario mínimo. No obstante, la remuneración de muchos trabajadores informales (empleadas del hogar por ejemplo) están de alguna manera atadas al salario mínimo. Lo cierto -y aquí concuerdo plenamente con lo señalado por el ministro de Economía- es que la principal preocupación es que la mayoría de los trabajadores accedan a los beneficios de la formalidad. Desde un punto de vista más global la principal preocupación es cómo hacer que los beneficios del crecimiento sean percibidos por todos y que dicho crecimiento pueda darse de forma sostenible.
Todo el mundo suponía que esto ya había sido encargado al Acuerdo Nacional. Es más dicho grupo había firmado el Pacto de Mediano Plazo por la Inversión y el Empleo Digno hace más de dos años y la verdad es que no tengo idea si es que eso sirvió de algo.
Lo cierto es que luego de los primeros intentos, el Pacto Social no pinta nada bien. La CGTP no quiere saber nada del pacto, la ministra no quiere discutir el salario mínimo en este foro sino en el Consejo Nacional del Trabajo, y los empresarios están desconcertados de ver que el tema era una preocupación presidencial más que una decisión del gabinete ministerial. Por su parte el responsable del Pacto Social ha presentado una lista de temas que nos recuerda a los temas que el Consejo Nacional de Competitividad (CNC) discutió por más de un año en el gobierno anterior. Es más parece que los mismos actores van a volver a ser convocados. La verdad sería más útil que alguien, ya sea el premier o el ministro de Economía asuma lo que el CNC concluyó.
El pacto social se parece cada vez más a un parto social. Un proceso largo, doloroso, donde muchos deben hacer sacrificios personales pensando en el bien común que está por venir. Pero donde nadie está dispuesto a ceder nada que realmente importe para construir ese camino de compromisos mutuos que termina en ganancias mutuas. Mientras unos y otros se animen a cooperar, seguiremos profundizando las diferencias en nuestro país y seguiremos alimentando la posibilidad de soluciones extremas. Pero como dice el refrán popular, gallina que come huevo aunque le quemen el pico.
sábado, 4 de agosto de 2007
La llevan
Columna de Carlos Adrianzen en Peru 21
Para bien o para mal, por razones de peso o por demagogia, gran parte de los recursos y del manejo político de nuestras ciudades y provincias está hoy bajo el control de las alcaldías y de las presidencias regionales. Todo sería bonito si estas instancias de gobierno, hoy boyantes, existiesen como unidades modernas de administración pública. Pero esta no es nuestra realidad. Solo tenemos a centenas de elegidos (y sus respectivos entornos) atraídos por el poder o por las gollerías del puesto. Personajes mayoritariamente carentes de formación, experiencia gerencial o acaso de visiones de desarrollo sólidas o siquiera verosímiles. La suerte de millones está en sus manos. No son solo responsables de gastar bien la plata que les cae. Ellos tienen la responsabilidad de mejorar significativamente la educación de su gente, así como de captar inversiones privadas para sus ciudades y provincias. Que les quede muy claro: nadie lo va a hacer por ellos.
Para bien o para mal, por razones de peso o por demagogia, gran parte de los recursos y del manejo político de nuestras ciudades y provincias está hoy bajo el control de las alcaldías y de las presidencias regionales. Todo sería bonito si estas instancias de gobierno, hoy boyantes, existiesen como unidades modernas de administración pública. Pero esta no es nuestra realidad. Solo tenemos a centenas de elegidos (y sus respectivos entornos) atraídos por el poder o por las gollerías del puesto. Personajes mayoritariamente carentes de formación, experiencia gerencial o acaso de visiones de desarrollo sólidas o siquiera verosímiles. La suerte de millones está en sus manos. No son solo responsables de gastar bien la plata que les cae. Ellos tienen la responsabilidad de mejorar significativamente la educación de su gente, así como de captar inversiones privadas para sus ciudades y provincias. Que les quede muy claro: nadie lo va a hacer por ellos.
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